Las mujeres durante la pandemia: entre el empleo y las tareas de cuidado

 
por Florencia Valese

Desde principios del 2020, la pandemia puso al descubierto el peso que cargan quienes tienen un trabajo remunerado y además realizan la mayor parte de los quehaceres del hogar y asisten a terceros en nuestro país. ¿Cómo impactó la crisis sociosanitaria en las personas que además de tener un empleo efectúan tareas de cuidado?

En nuestra vida cotidiana solemos considerar al trabajo remunerado como una actividad productiva mientras que las tareas de cuidado no son valoradas en términos económicos ni simbólicos. Las prácticas cotidianas como ordenar, limpiar, lavar los platos y la ropa, planchar, hacer las compras y trámites, amamantar, atender a niños/as, adolescentes, personas mayores, familiares con discapacidad, preparar la comida, hacer reparaciones en el hogar, cuidar mascotas suponen amor pero también poner el cuerpo y la energía en ello.

Más bien, tendemos a subestimar y naturalizar este tipo de labores que no solo son esenciales y fundamentales sino que insumen una gran cantidad de tiempo y suelen recaer en las mujeres.

Durante los últimos años se popularizó la idea del multitasking o multitarea para nombrar aquellas personas que realizan más de una actividad al mismo tiempo como una nueva forma de trabajar y aumentar el rendimiento laboral. Este término esconde la historia de las mujeres que han logrado conciliar las responsabilidades de su ocupación con el trabajo doméstico sin reconocimiento alguno. En la actualidad la práctica del multitasking se extendió y agudizó con el advenimiento de la pandemia.

En Argentina el 20 de marzo se decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio como principal medida para paliar la pandemia por COVID-19. Durante el ASPO, el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado creció 5,9 puntos, según un informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género. En este sentido, también aumentó la desigualdad de género en la distribución de dichas labores y del tiempo dedicado a las mismas.

El teletrabajo tuvo un rol importante en este sentido. Realizar todas las actividades de la vida diaria en un mismo espacio mezcla y confunde los tiempos para cada una de ellas, trastoca y desdibuja los límites. En una encuesta implementada por la consultora Quiddity, el 70% de las personas entrevistadas dijo que trabaja igual o más que antes de la implementación del home office. Sumado a esto, la demanda de los niños u otras personas a cargo también aumenta en este contexto.

Además, UNICEF advierte que el 51% de las mujeres tuvieron mayor sobrecarga de tareas domésticas y de cuidado durante el ASPO. En los hogares monoparentales el conflicto aumenta ya que todo recae en una sola persona, en su mayoría mujeres.

En términos generales, las mujeres han incrementado su participación en las tareas vinculadas a la limpieza del hogar, el cuidado de niños y niñas, la ayuda en las tareas escolares y la preparación de las comidas, tanto en hogares de jefatura masculina como femenina. La única actividad en la que aumentaron su participación los varones durante la pandemia ha sido hacerse cargo de las compras, es decir, la única tarea que implica salir del hogar. Además, si bien se observa una mayor paridad en lo referido al juego con niños y niñas, la brecha vuelve a ampliarse en el acompañamiento a la realización de sus tareas escolares.

En este escenario, UNICEF y ELA realizaron algunas recomendaciones y lineamientos al sector privado en la búsqueda de conciliación entre el trabajo remunerado y no remunerado en la vuelta a la presencialidad laboral luego del período más crudo de la pandemia. Sin embargo, algunas de ellas pueden leerse como claves para pensar soluciones más a largo plazo y durables:

  • Flexibilizar la jornada laboral.
  • Ofrecer jornada reducida de trabajo para quienes tienen mayor carga en las tareas de cuidado sin afectar el salario.
  • Trabajar con líderes y mandos medios para revisar objetivos y reorganizar las tareas de cada equipo y reducir la carga de quienes que tengan más responsabilidades de cuidado.
  • Otorgar compensaciones económicas a quienes tienen hijos e hijas en edad escolar para poder pagar el servicio de cuidado, cuando esto sea posible.
  • Implementar esquemas alternos o duales que combinen días de trabajo presencial con días de trabajo remoto.

La brecha de género en las tareas de cuidado afecta a las mujeres en múltiples aspectos de su vida personal y desarrollo profesional, generando consecuencias psicológicas, emocionales y físicas. Asimismo, la desigualdad que sufren las mujeres tiene un gran costo para las empresas. Un informe que la OIT realizó en 60 países y en más de 13.000 empresas concluye que una política de igualdad de género aumenta en un 59% las probabilidades de innovación y creatividad. Grandes empresas como el Banco Galicia han incorporado políticas con perspectiva de género como el softlanding, es decir, el retorno gradual para cuidadores primarios y secundarios luego del nacimiento del hijo o hija, una ampliación a 30 días de la licencia remunerada, trabajo remoto y horarios flexibles.

Para terminar con los patrones de la desigualdad es necesario perseguir la paridad de género en las empresas mediante políticas estratégicas, capacitaciones y planes de acción. Cambiar el paradigma social y la realidad de muchas mujeres, sin embargo, requiere de una redistribución más justa y equitativa de las tareas domésticas y de cuidado entre los miembros de la familia, es decir, que los hombres comiencen a tomar una mayor responsabilidad por las mismas.

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