Transformando los negocios para una economía circular

 
por Martín Valese

Hoy nos encontramos en una situación ambiental alarmante. Las problemáticas nos afectan sin distinción y continúan escalando tanto en sus implicancias prácticas como en notoriedad pública: la pérdida de biodiversidad, el descongelamiento de los hielos en los polos, el consumo excesivo de recursos, entre otras. Algunas cuestiones son incluso tan evidentes que no precisamos que nos las recuerden porque las vivimos diariamente. El cambio climático, la basura plástica, la contaminación de acuíferos, por ejemplo, son realidades que podemos experimentar de primera mano.

Frente a esto, diversas organizaciones reclaman soluciones efectivas. Desde organismos públicos, ONGs, hasta el sector académico estudian el problema, sus potenciales repercusiones y piden al sector empresarial que considere la relevancia de estos temas con seriedad y urgencia en sus modelos de negocio. A su vez, los gobiernos comienzan a regular con mayor firmeza el impacto ambiental, y se va creando un mercado (de consumidores y trabajadores) que demanda productos, soluciones y empresas en armonía con el cuidado del ambiente y con el bienestar social.

En el ámbito empresarial se destacan dos tipos de tendencias. Por un lado, en el aumento de empresas tradicionales que consideraran el impacto ambiental como un tema de relevancia y que incorporan buenas prácticas en esta dirección. Y, por otro lado, en el surgimiento de empresas de triple impacto cuyo propósito es generar valor para la sociedad y el medio ambiente (ya sea a través de la regeneración de ecosistemas, la inclusión social, el fomento de la equidad, entre otras), y al mismo tiempo un beneficio económico. Aquí nos enfocaremos en la primera de estas tendencias.

Algunas de las políticas de sustentabilidad que las empresas de industrias tradicionales están aplicando tienen que ver con la medición y mitigación de su huella (hídrica o de carbono), la gestión de residuos, la trazabilidad y transparencia mediante auditorías y reportes de impacto en sus cadenas de valor y en la eficiencia energética. Todas estas políticas son importantes porque permiten visibilizar y medir el impacto ambiental de cada etapa en las operaciones de una empresa y así identificar oportunidades de mejora y eficiencia. Sin embargo, no son suficientes para garantizar la transición hacia una sociedad sostenible. Con esto no quiero decir que dichas políticas estén erradas, sino que comprender la raíz del problema nos permitirá resignificar y potenciar estas políticas para generar un cambio de fondo.

La economía lineal y la economía circular.

Hacia fines del siglo XVIII tuvo lugar un proceso de transformación que cambió por completo nuestras sociedades y definió las bases del sistema económico y productivo actual: La Primer Revolución Industrial. Este suceso moldeó la economía, la sociedad y nuestro planeta, e introdujo un paradigma de desarrollo llamado Economía Lineal. Este paradigma es denominado lineal porque comienza con la extracción de recursos de la biosfera, continúa con la transformación de los recursos en productos, luego con su comercialización, su consumo y finaliza con el descarte de residuos. De esta forma, los recursos que un principio tenían valor se terminan convirtiendo en basura, contaminando el ambiente y forzándonos a extraer nuevos recursos de forma sistemática. Este esquema determina un modelo de producción extractivista y contaminante, que adquiere sentido en una sociedad que no asume la finitud de los recursos y de la capacidad del planeta de neutralizar los agentes contaminantes.

La alternativa al paradigma de usar y tirar es lo que denominamos Economía Circular, en donde los recursos extraídos se consideran nutrientes de un sistema productivo cíclico y cerrado. Por tanto, una vez utilizados para su propósito inicial, los materiales son re-introducidos en nuevos procesos productivos garantizando su circularidad, evitando extraer nuevos recursos naturales y minimizando los residuos. También se fomenta el “eco-diseño” de productos y procesos para que los materiales sean fácilmente aprovechables y se busca promover la “simbiosis industrial”, esto es, el armado de sistemas productivos complejos, donde el residuo de una industria se convierte en el insumo de otra. La transición a este paradigma requiere que las empresas revisen sus procesos en toda su cadena de valor y rediseñen sus modelos de negocios desde las bases. Esto permite llegar a soluciones que no solo contaminan menos, sino que eliminan el concepto de residuo de raíz y convierten a la organización en un agente de regeneración. En la economía circular, las empresas no solo no contaminan, sino que descontaminan y regeneran.

Fuente: https://www.rivamadrid.es/noticias/hacia-una-economia-circular

¿Cómo potenciar políticas de sostenibilidad bajo la perspectiva de la economía circular?

Si bien la respuesta no es simple y dependerá de cada organización, hay tres lugares por dónde comenzar.

Primero, es fundamental que las empresas tomen responsabilidad por el ciclo completo de sus modelos de negocio involucrándose, aguas arriba con los proveedores y aguas abajo con los clientes, en soluciones eco-efectivas. Después de todo, es generalmente quien crea el producto, quien está en mejor posición para rediseñar la forma en la que este se produce, comercializa, consume y dispone.

Segundo, resulta clave medir los resultados de las empresas no solo en términos del beneficio económico, sino también por su capacidad de regeneración y contribución al bien común. Dado que no se mejora lo que no se mide, atar la evaluación de performance de todas las áreas de una empresa a indicadores ambientales, promoverá un cambio sólido y sostenido en el tiempo.

Finalmente, son necesarias políticas de educación ambiental internas y transversales, que amplíen los grupos interesados y profundicen la conciencia social sobre el problema. En este camino, se generarán más posibilidades de crear empresas que innoven hacia una sostenibilidad fuerte y efectiva.

El cambio que necesitamos es sistémico, por eso, todas las áreas y todos los niveles deben involucrarse. Vivimos en un sistema ecológico vulnerable a nuestras decisiones individuales. Por eso, la sustentabilidad no debería ser solo un departamento de una empresa, sino una condición transversal para los negocios en todas sus dimensiones. En fin, estamos hablando de un giro hacia crear políticas que pongan en el centro de las organizaciones el impacto socioambiental. No solo como política de RSE, sino como condición y parte de un modelo de negocio regenerativo y circular.

Fuente: https://factormeetings.com/el-trabajo-en-equipo-con-la-cadena-de-valor/

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