Argentina ha demostrado, incluso en escenarios económicos complejos, que la colaboración y la tecnología pueden impulsar la competitividad de empresas y emprendimientos. Bajo la figura de la “Economía del Conocimiento”, el país cuenta con un amplio abanico de iniciativas orientadas a potenciar la creación de valor a partir de activos intangibles, como la investigación, el desarrollo tecnológico y el talento especializado.
La “Ley de Economía del Conocimiento” ha sido un punto de partida fundamental para otorgar beneficios impositivos y fomentar la innovación en diversos sectores. Empresas de software, biotecnología y marketing digital, entre otras, encontraron en esta ley una manera de crecer e internacionalizar sus servicios. Este marco permite que PyMEs y startups:
Aun con sus ventajas, estos beneficios no siempre resultan de fácil acceso: requisitos y trámites pueden complicar su obtención. Prepararse y contar con asesoría adecuada es clave para sortear los obstáculos burocráticos. Una cultura colaborativa y la capacidad de articular con el sector académico pueden marcar la diferencia. En escenarios como Circular, por ejemplo, donde conviven emprendedores de distintas áreas, las ideas se intercambian con agilidad y surgen proyectos con una visión más amplia del negocio.
La globalización y el auge del trabajo remoto han habilitado a profesionales argentinos para exportar servicios de conocimiento, recibiendo ingresos en moneda fuerte. Al mismo tiempo, sectores como el agro con alto componente tecnológico (agtech) y la biotecnología están alcanzando reconocimiento mundial.
Si bien economistas como Mariana Mazzucato han mostrado que la inversión en el sector público es clave para el desarrollo de proyectos innovadores, en Argentina algunos emprendedores se preguntan si la continuidad y el alcance de las incubadoras, programas de aceleración y políticas de incentivo se mantendrán o requerirán ajustes en el futuro.
Aunque se hable mucho de las compañías más grandes, numerosas consultoras y emprendimientos creativos operan con éxito desde espacios de coworking. Equipos de marketing digital, diseñadores y desarrolladores web sirven a clientes en Europa y Estados Unidos, consolidándose a través de redes digitales y foros de colaboración. Este fenómeno pone de manifiesto que el talento local puede insertarse en mercados exigentes, siempre que se combinen formación, estrategia y un enfoque global.
La Economía del Conocimiento en Argentina encierra el potencial de transformar proyectos emergentes en actores relevantes a escala internacional. Desde las facilidades legales hasta la posibilidad de armar equipos multidisciplinares en espacios como Circular, las oportunidades están latentes para quienes se animen a explorar nuevas ideas y tender puentes hacia la academia y la inversión privada.
Apostar por la innovación y el conocimiento es una estrategia con visión a largo plazo. El talento, la creatividad y la búsqueda de soluciones innovadoras permiten a emprendedores y empresarios diferenciarse en un mercado global cada vez más competitivo. Tal vez la clave resida en fortalecer lazos de colaboración, invertir en la gente y mantener una mirada abierta al desarrollo tecnológico y social.