Encuentro con FP Maker Space

 
por Gloria D'Alessio
FP Maker Space es un espacio flexible, creado para que artistas, diseñadores, inventores, emprendedores, creativos, ingenieros y makers puedan desarrollar sus propios proyectos. Es un espacio organizado para facilitar la formación de una comunidad abierta al aprendizaje distribuido, la co-producción y las actividades de emprendimiento. Un local donde se usan computadores y herramientas CNC para diseñar, producir y fabricar “casi cualquier cosa ”.

En esta ocasión conversamos con Mario Suarez, fundador del FP Maker Space, creador y director del FabLab UNSAM, espacio resultado de una alianza público-privada entre el Instituto de Arquitectura y Urbanismo UNSAM (Universidad Nacional de San Martín) y FP MakerSpace. Mario es diseñador gráfico y artista plástico. Mientras nos cuenta la historia de cómo creó el FabLab UNSAM, suena de fondo bossa nova, un legado de sus 15 años de estancia en Belo Horizonte. Nos rodea un  espacio de 100 metros cuadrados, donde conviven máquinas, cartones y objetos de diseño.

¿Qué significa “ser FabLab”?

Ser FabLab significa hacer parte de una red global – la fablabs.io, significa adherir a una carta de principios que esta red tiene, entre los cuales, por ejemplo, una de las cosas es cumplir con un inventario de máquinas. Cada FabLab tiene que tener las mismas máquinas que los otros laboratorios de fabricación digital que hacen parte de la red. Este no es un criterio arbitrario, tiene que ver con un objetivo muy ambicioso que es lograr “hackear la logística” en el año 2054. La intención es que si nosotros acá en Buenos Aires creamos un producto y lo fabricamos enteramente en este FabLab, ese mismo producto puede ser exactamente replicado en otro FabLab solo viajando los datos del diseño por Internet. El planteo es muy ambicioso, pero no es loco. Tiene que ver con algo muy concreto que se llama “diseño distribuido”. Para adherir a la red tenés que estar de acuerdo con el código abierto y con trabajar en procesos y proyectos multidisciplinares. Hay otra cláusula en la carta de principios que dice que cada FabLab tiene que tener un día a la semana que se llama Open Day para transmitir y contar la historia, qué se puede hacer en estos espacios y todo aquello referente a la “cultura Maker”. Tiene que ver con difundir y reproducir este concepto para que no se vacíe, no pierda sentido, ya que el posicionamiento y la forma de trabajar que proponemos no es tan fácil de comprender. Durante los Open Day contamos, entre otras cosas, que un FabLab es un laboratorio de fabricación digital donde hay máquinas controladas por computadores capaces de fabricar casi cualquier cosa. Otro de los ejes que tenemos es la celebración del error. La consigna es “Errar mucho, errar barato y errar rápido”. Errar temprano es un éxito. Mientras más soluciones probemos, un porcentaje mayor de aciertos tendremos.

Como antropóloga, me llamó la atención cuando hablaste de “Cultura Maker” ¿Qué se entiende por este concepto?

En la Cultura Maker nos acercamos al conocimiento a través del hacer. Invertimos la lógica de los investigadores científicos sobre todo. Nosotros trabajamos con las manos y a mí me gusta mucho decir que nosotros pensamos con las manos, y ahí entran mucho las metodologías de dinámicas ágiles, design thinking, diseño centrado en las personas, etc. La identidad de cada laboratorio está dada por la comunidad circundante, es decir que si bien hay criterios comunes establecidos en la carta de principios, cada laboratorio establece sus objetivos, intereses, proyectos y problemas en función de la comunidad que se genera alrededor de ese Lab. Nosotros no vamos a buscar problemas lejanos para intentar encontrar soluciones, sino que nos enfocamos en las problemáticas circundantes. Por eso es tan importante la creación de comunidad, la puerta abierta, porque no salimos a buscar los problemas. El problema llega y con un colectivo de expertos multidisciplinares frecuentadores del FabLab y junto con la comunidad, que es la que tiene el “punto de dolor”, encontramos la solución.

¿Qué podés decirnos sobre la historia de este movimiento? ¿Cómo surgen los FabLabs en el mundo?

Los espacios de fabricación digital o makerspaces (también se pueden encontrar como “hackerspaces”), tienen varios orígenes. Hubo un movimiento inicial en Alemania y otro movimiento importante en la Costa Oeste Norteamericana, pero el concepto de FAbLab aparece en el 2001 en el MIT, de la mano de Neil Gershenfeld, uno de los directores del Center of Bits and Atoms, a quién se le ocurrió transferir los hechos de la revolución digital al mundo físico. ¿Qué quería decir con esto? Abrir, trabajar en red pero con productos físicos. Para esto precisaba máquinas. Coincidentemente en aquellos años, estas máquinas, los “CNCs – Cortes láser, impresoras 3D y Routers CNC” se democratizaron cada vez más, se tornaron más accesibles a la gente común. Las máquinas CNCs permiten la mecanización de múltiples materiales mediante el control numérico computarizado, código que sirve para controlar de forma automática el proceso de trabajo de la máquina. En simples palabras, diseñamos en el computador, generamos un código y la máquina lo ejecuta. Gershenfeld armó un laboratorio dentro en el MIT con estas máquinas, se llenó de gente y la cosa no paró.  Hoy existen más de 2.000 FabLabs en el mundo.

El concepto de Cultura Maker surge también cerca de aquellos años de la mano de Dougherty, quien crea las Ferias Makers agrupando gente a la que le gusta “hacer”. El antecedente en los Estados Unidos es el concepto del DIY “Hágalo usted mismo” (Do It Yourself) que data de los años cincuenta. En aquellos años se publicaban en Estados Unidos revistas que capacitaban para arreglar cosas, hacer carpintería, electrónica, etcétera. El mercado del electrodoméstico no tenía implícita la famosa llamada obsolescencia programada. Entonces el engranaje de la licuadora se cambiaba, no se tiraba la licuadora! Esta es otra característica de la gente que está involucrada con la Cultura Maker: buscamos reparar, recuperar, reciclar y reusar las cosas, no desecharlas. Transformamos el Do It Yourself por el “Do It With Others”.

¿Me explicás un poco más sobre este lema “Do It With Others”?

Reparar un objeto, tiene un impacto positivo en el medio ambiente, generando menos residuos. Los “makers” salimos de la lógica de la producción estandarizada, del concepto fordista de repetición y producción en cadena. Estos espacios “hackean” inclusive esa lógica. A partir de estos espacios surgió una nueva figura dentro del mercado, que se llama “prosumidor”, que es la mezcla de productor y consumidor. Porque el diseñador y el cliente construyen en conjunto. Es una vuelta de tuerca del artesano del pasado.

¿Cómo se organizan los FabLabs?

Hay distintos roles. La dirección se dedica a gerenciar el espacio y los contenidos, pensar estrategias, actividades y la identidad del FabLab. Después están las personas que llamamos “gurús”, que son los responsables y expertos de cada tecnología, personas que acompañan a quienes se acercan al espacio para saber cómo usar cada tecnología para llevar adelante su proyecto.

¿Cómo surgió el proyecto FP Maker en el Campus de la Universidad Nacional de San Martín?

Volví de Brasil en 2016 con la idea muy clara de crear un espacio de fabricación digital. Me puse a elaborar un plan de negocios que me mostraba que Buenos Aires era la provincia más propicia para instalarme. Comencé a comprar las máquinas, pero me encontré con que no había analizado la curva de aprendizaje. Esto no es como enchufar una impresora, es mucha prueba y error y muchas variables a considerar! No podía convertir rápidamente las herramientas en algo que me diera retorno financiero, como vender servicios, hasta no saber usarlas bien. Para bajar los costos decidí instalarme en Mendoza, haciendo un acuerdo con la Universidad Nacional de Cuyo. Fueron dos años muy ricos y de mucho aprendizaje. En Mendoza hice campañas de comunicación, pero la percepción del común de la gente es que un FP Maker es como un centro de fotocopiado. Yo hablaba de mesas colaborativas, una especie de coworking interno, para que los chicos fueran a laburar para intercambiar saberes, pero no terminaban de entender la propuesta. Ahí reformulé el proyecto, hice una medición exhaustiva sobre el plan de negocios en el año 2019 y en ese momento entendí que la única salida era volver al plano original, a Buenos Aires. Al no tener los fondos para poder hacer ese aterrizaje, empecé a buscar socios estratégicos. Encontré un grupo de arquitectos que se aproximaban mucho a esta forma de trabajar colectiva, de co-creaciones y autorías compartidas. Pero en ese momento empezó la pandemia y me quedé sin poder salir de Mendoza. Para no perder la cabeza, me acerqué a la red global, porque los archivos de las máscaras para el covid se los podía bajar de la página de la red y comencé a fabricar y  regalar máscaras. Finalmente este grupo de arquitectos de Villa Lynch, A77, Gustavo Diegues y Lucas Gilardi entre otros, me llamaron y viajé a Buenos Aires. Conocí su espacio, empezamos a tomar las mediciones para ubicar las máquinas y nos dimos cuenta que no entraban. Lejos de desmotivarme, me pusieron en contacto con las autoridades del Instituto de Arquitectura de la Universidad Nacional de San Martín, el Secretario de Coordinación Ejecutiva Arq. Roberto Busnelli y el Decano, Arq. Claudio Ferrari y fue amor a primera vista. Construimos el convenio público-privado entre Francisco Pendolari (FP) y el Instituto de Arquitectura UNSAM. A la universidad le atrajo mucho que la forma de trabajar que propuse sea transversal a todo lo que hay en el Campus Miguelete. Yo vine con mi know how y con mis equipos, y la UNSAM me financia la Startup.

¿Qué hace el FabLab de la UNSAM hoy en día y cómo te lo imaginás en el futuro?

Recientemente cumplimos un año en la UNSAM. Ya en este primer año cumplimos los objetivos previstos del primero y los que habíamos planificado para el segundo año. Construímos nuestros pilares, entre ellos están interactuar con los saberes de la universidad, con el tejido social de San Martín e incubar proyectos que tengan impacto inmediato en la comunidad. Creamos un primer curso de tres meses que fue un éxito, sobre el modelado 3D y la fabricación digital y ahora el objetivo es hacer un piloto inicial de una diplomatura sobre la arquitectura y la fabricación digital. Por ahora vamos a seguir generando más experiencias en el marco de este convenio público-privado y esperando que en el futuro los FabLabs sean más y más conocidos en la Argentina.

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