¿Ciencia ficción o realidad? Es… ¡Deep Tech!

 
por María Soledad Córdoba

Carne que se cultiva como plantas, delivery por drones, comunicación satelital vía laser, robots humanoides, hidrógeno verde, supercomputadoras cuánticas… A poco de completar el primer cuarto del siglo XXI, estamos transitando hacia una realidad con tecnologías que hasta poco no dudábamos en catalogar como ciencia ficción. Hoy nos movemos en las fronteras del Deep Tech, ¿sabés de se trata? En esta nota te contamos qué es y cómo ven el panorama de la región los expertos del BID.

En la actualidad, asistimos a profundos cambios tecnológicos que son adoptados a un ritmo vertiginoso y sin precedentes por la sociedad. Un ejemplo de esto es el reciente desembarco de la IA en nuestras computadoras personales y dispositivos móviles. La IA llevaba décadas de I+D en laboratorios universitarios. Los usuarios de las tecnologías, teníamos una experiencia pasiva de su implementación, por ejemplo, a través de los algoritmos de búsqueda y tracking de navegación, luego utilizados para ofrecernos productos y servicios para el consumo de manera personalizada. 

Sin embargo, en los últimos meses, con la salida de ChatGPT de OpenAI, se produjo un boom en la adopción de IA por parte de los usuarios sin precedentes. ChatGPT alcanzó la cifra de 100 millones de usuarios en tan solo 2 meses, superando 15 veces a Instagram y 35 veces a Uber en el mismo lapso de tiempo desde su lanzamiento. Asimismo, muy rápidamente, en pocas semanas, otras empresas respondieron al desafío sacando a la luz sus propias plataformas como GPT-4, MidJourney, Stable Diffusion, productos similares de Microsoft, Adobe, NVIDIA, además de agentes autónomos de código abierto como AutoGPT.

Pero esto es solo la punta del iceberg, por debajo de lo que sale a la luz y se hace masivo, hay un agitado universo de investigación y desarrollo de avanzada que ha sido denominado como “Deep Tech”. El término distingue las empresas que ofrecen un producto o servicio basado en tecnología como Facebook, Uber o Airbnb, de aquellas empresas que se basan en tecnologías de punta como el big data, la edición genética o la inteligencia artificial para encontrar soluciones tecnológicas a temas estratégicos del mundo contemporáneo como la alimentación, la escasez de recursos, el cambio climático, entre otros. Estas últimas son las empresas de Deep Tech. 

Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ofrece un exhaustivo panorama sobre el ecosistema Deep Tech en América Latina y el Caribe (ALC). Según el informe, existen 340 startups de Deep tech con fondeo institucional en 14 países de ALC. El conjunto de estas startups posee un valor total de 8 mil millones de dólares y emplea a 10 mil personas. El ecosistema está liderado por el rubro de la biotecnología, el cual agrupa al 61% de las startups, seguido por el de la IA con un 11% y el de la nanotecnología con un 6% del total de las empresas. El restante 22% incluye startups en los siguientes rubros: robótica, spacetech, blockchain, movilidad avanzada, energías limpias, manufactura avanzada, materiales avanzados, tecnología de la salud y computación infinita.

Estas empresas poseen dos requisitos cruciales para su desarrollo: un staff de investigadores científicos y/o ingenieros altamente capacitados en tecnologías de punta y capital de inversión de riesgo. Sobre este último aspecto, en ALC existen fondos y aceleradores de startups con foco en Deep Tech presentes en la región: el fondo GridX que posee 56 startups bajo su órbita, The Ganesha Lab con 28 startups y SOSV/IndieBio con 30, entre otros.

Ecosistema Deep Tech de startups y fondos de inversión en América Latina y el Caribe. Fuente: Informe del BID “Deep Tech. La nueva ola” (2023), pp. 13.

Argentina, Brasil y Chile son los países que lideran la región por número de startups de Deep Tech. Argentina posee el mayor número de startups de la región con 103 empresas, seguida por Brasil con 101 y Chile con 65. Sin embargo, si se considera el valor de las startups por país, la relación se invierte, las startups de Chile representan el 25% del valor total, mientras que Brasil y Argentina comparten el segundo puesto con 23% del valor total y en tercer lugar aparece Costa Rica, cuyas (tan solo) 6 startups representan el 22% del valor total regional. La empresa más valiosa en el ecosistema regional es Establishment Labs, una empresa de dispositivos médicos de Costa Rica que cotiza en NASDAQ y tiene un valor de 1,8 mil millones de dólares. Le siguen NotCo, una empresa chilena que produce alimentos alternativos de origen vegetal, y Bioceres, una empresa de agrobiotecnología argentina que recientemente ha licenciado el trigo transgénico resistente a la sequía, ambas valoradas en más de 500 millones de dólares.

Argentina y Chile son los países que se destacan, representando el 33% y el 17% de la actividad, respectivamente. Sin embargo, Brasil, México y Colombia poseen potencial aún no aprovechado que podría rápidamente desplazar a los dos pioneros. Estos tres países representan el 44% de las startups, pero emplean al 87% de los Investigadores, contribuyen al 80% de las patentes y generan el 70% de los documentos científicos, según el informe del BID.

Distribución de las startups en los países de la región de América Latina y el Caribe. Fuente: Informe del BID “Deep Tech. La nueva ola” (2023), pp. 14.

El gran potencial de crecimiento de la región de ALC no ha pasado inadvertido a los fondos de inversión. En efecto, la inversión de capital de riesgo en startups creció 20 veces en 10 años en ALC, pasando de 378 millones de dólares en 2012 a 7,8 mil millones de dólares en 2022. Una de las recomendaciones que dan los expertos del BID es justamente fondear en etapas más tempranas las startups a través de programas de fondos de contrapartida (matching funds), a los fines de acelerar su desarrollo y lograr una evaluación más rápida de su potencial.

La Deep Tech es una respuesta que intensifica el rol de la ciencia y la tecnología en el mundo y potencia la reproducción del capital financiero. En la frontera tecnocientífica de la Deep Tech, la ciencia parece alejarse de la sociedad, porque queda en manos de unos pocos grupos de investigación de elite y unos pocos inversores de riesgo. La ciencia abierta y la ciencia ciudadana pueden ofrecer un espacio político para integrar la reflexión y la perspectiva de múltiples actores en esta nueva frontera tecnocientífica que se desplaza de manera vertiginosa.

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